jueves, 14 de febrero de 2013

Saludos lugartenientes vampíricos!!! Aquí les comparto otro capítulo de mi fanfic, que lo disfruten!!!


Capítulo IV

 La sirena


Tenía que buscarla. Pero no sé si ella aún asistía a la casa del sastre. ¿Cómo una  joven así de fina podría andar en esos barrios nauseabundos de Nosgoth? Y desde que la vi, algo no dejaba de sonarme: ella era muy especial. No sólo porque me sentía atraído hacía ella, sino, por algo más, ella pertenecía a alguna secta o tal vez a un secreto. Pero estaba ansioso por averiguarlo, tan fuerte, fresca y necesaria como el agua, más bien como la sangre. Desconocía porque me sentía así, “pues estamos muertos, según Kain, Lord Kain”. En realidad, yo no me sentía muerto, al contrario, tan vivo que podía sentir el aire de la mañana, escuchaba las voces de todas las almas de allá fuera, el canto de las aves, el olor a la mezcla de sudor, gases, perfumes, aguas, flores y mis carnes en el aire. Y además para poder afirmar lo que olía, era necesario agregar que era capaz de respirar. Kain era un enfermo, como él quizá estaba muerto para alguien, quería que también estemos muertos para los demás. ¡Qué obsesión! ¿Qué culpa teníamos si a Kain una mujer no le había correspondido? ¿Pero entonces porque me alimentó de sangre? Había  estado pensando en libar un vino o sentarme a comer como los demás, un queso añejo, un pan horneado, un caldo de legumbres, una ternera, no sé, algo que era parte de la dieta en Nosgoth. Pues no me atrevería a beber la sangre de un humano, era una cuestión muy fuerte: mientras yacía tranquilo charlando, teniendo en cuenta sus emociones, juicios, errores y trayecto de años, ¿cómo quitarle la vida a alguien tan vivo como? Sería una abominación, una desgracia…Ahí iba ese presumido, quien se creía tener más poder sobre nosotros después de Kain, ¡oh, perdón! Lord Kain, quien afirmaba conocer el mundo como su interior. ¡Pamplinas! Ese infeliz no era superior a mí, porque no se había puesto a discusión, no había existido elección ni contradicción. Así que no era posible autoproclamarse un titulo que exigía una capacidad de la que se carece.
--Supongo que iras a buscar a la joven, ¿verdad?—preguntó Raziel molesto
--Sí, así es. No debo perder más tiempo—le respondí con prontitud y victorioso.
Raziel se cruzó de brazos y torció sus labios. Sabía que me seguiría o actuaría como un obstáculo. ¡Qué vergüenza, separar a dos enamorados! Bueno, me había adelantado, empero, sabía que ella era mía.
Los ojos seductores y escalofriantes de Raziel me decían que no se quedaría sin haber gastado energías. No lo conocía, sin embargo, su pensamiento habló demasiado. Cuando se dio cuenta de mi expresión porque había leído su pensamiento, enmudeció por completo.
--No sé si esto sea parte de nuestra “naturaleza vampírica”, pero descubrí lo que dices. —le dije sin quitarle mis ojos de los suyos
--¿Cómo puedes hacer tal cosa?—me preguntó quedo y ensimismado
--No lo sé. —Solté una risilla. —Vaya, no eres el primero después de todo. ¡Apuesto a que no eres capaz de hacer esto!
--No me conoces. —me respondió a secas.
Me le acerqué. Le recorrí con la mirada el cuello hasta de nuevo toparme con sus ojos, bueno, a mi altura. También torcí mis labios. —Te juro que si te acercas a ella, te lo juro Raziel, confía en estas palabras mías, que de mentira no tienen nada, te haré sufrir como no tienes, y ni tengo idea. Y para que se te graben más mis palabras, hasta yo desconozco mis límites, ya enfurecido, sería alguien nuevo para mí. No te tengo miedo, no te tengo miedo Raziel. —le dije con tono grave.
Sus ojos dejaron de dominar, le había entrado muy bien lo que le dije. Espero que no le haya quedado duda. No dijo nada, ni yo. Me retiré porque iría a buscarla.
Ya me dirigía a la salida del Santuario de los Clanes, y de pronto algo me paralizó, era miedo, sentí miedo salir del Santuario y no por ser mi primera vez sin un guía, era otra cosa. Me sobresalté al ver de reojo a Lord Kain. ¡Qué terrible es su presencia!
--¡Ah, Lord Kain! Necesito salir. —dije con sobresalto
--¿Sí? ¿Y a dónde?
--A…Yo, ¿tuve familia? ¿Por qué no sé nada de mis padres o hermanos?
--¿O hermanos?
--Es que desconozco si tuve hermanos. Sin embargo, es obvio que fui creado por mis padres, ¿dónde están, Lord Kain?—le pregunté desafiante
--No lo sé, ni me interesa. No los necesito, pero a ti sí. Lo más seguro es que estén muertos. Tus hermanos también tienen padres muertos, primos, hermanos, tías, tíos, abuelos, abuelas y no sé qué más pertenezca a un árbol genealógico.
--Lord Kain con todo respeto, a mi si me interesa lo que pasó con mi familia. Necesito ir a ver sus tumbas… ¿Cómo murieron? ¿Y por qué yo no supe de eso?
Sentí un calor impresionante que encendía no sólo mi cuerpo, sino mi corazón. Estaba enfadado, no, no, muy, muy molesto. De tal forma que fui contra Kain, le di un golpe en la cara, pero seguía muy sólido.
--¡Kain, dónde está mi familia, nuestras familias y la tuya! ¿Qué les hiciste? ¿También le hiciste algo a los tuyos? ¡Contesta perro infeliz!—le grité
Kain yacía tranquilo, ni una mueca hizo, ni siquiera reaccionó cuando lo golpeé. Me dio un fuerte empujón que di con la pared contraria, un golpe que resentí en mi espalda. Caí de rodillas.
--En primer lugar, yo te di la vida…--dijo con un tono de voz más alto
--¡No, fueron mi padres!—lo interrumpí a gritos
--¡Estúpido! ¡Yo te di, y a tus hermanos, la vida vampírica!—exclamó
--Ya estoy harto de escuchar estas estupideces, porque eso si es una estupidez. Tal vez estás muerto para alguien y quieres matarnos también, ¿verdad? ¡Eres un cobarde!
De pronto, lo vi parado frente a mí. Con su garra me levantó del suelo como si se tratara de un títere. Echaba aire igual a una bestia enfurecida, por su aguileña nariz.
--Dime que no desperdicie mi tiempo creándote, o peor aún, recordar que debía darte vida. Escúchame: tú eras un cadáver, igual que el resto de tus hermanos, tú ya estabas muertos cuando te encontré. —aseveró mostrando sus caninos
--Tú me mataste Kain—insistí
--Créeme que si yo hubiese decido matarte, no estarías aquí ahora. Yo cuando tomó una decisión, no miró la intervención de otros, ni los intereses de otros, y mucho menos, me importa si alguien, o muchos, salen perjudicados. Porque yo si estoy muerto.
Me soltó al mismo tiempo que me dio la espalda.
--Humanos. Son muy complejos, y desgraciados, a veces deliciosos y seductores. Tú y tus hermanos tendrán que aprender más de mí.
--¿Dónde están los míos Kain? ¿Por qué tengo que verte a ti, y no a mis padres?—le dije con la voz entrecortada
--Tú ya no eres humano, te alimentas de ellos. Te reitero, no sé qué pasó con los tuyos, ni siquiera los conocí. No sé, tal vez murieron por enfermedad o algo sometido a leyes naturales, o porque estaban sometidos a la voluntad de otros, y eso los mató. No lo sé. —respondió con voz grave
--¿Qué hay de los tuyos? ¿Por qué vives en soledad? Uno no puede vivir así, de una u otra manera…
--Sé que necesito de otros, los humanos sirven de alimento, y nuestros semejantes te sirven para mucho. No sé qué pasó con mi familia, estaba concentrado en otra cosa…Ese día era tan negro como quien me creó. Sí, me acordé de los míos, no obstante, algo me había sucedido y claro que no podía dejar las cosas así. Busqué una cura y jugaron conmigo. —Golpeó la pared. Se volvió hacía mí. —Te recomiendo no aliarte, ni mucho menos enamorarte de un humano. Son muy peligrosos, además aún hay cazadores de vampiros, como hace siglos. No son tan fuertes como en aquellos años, no hay que subestimarlos de todas formas. El rey Randall, ese imbécil, quiere rescatar los años de William y Ottmar. Ahora es un promiscuo, su reina, Mayran, es una zorra, y sus damas también son unas zorras. Algunos dicen que han tenido relaciones lésbicas, yo que sé. Pero te hablo de esto porque ese imbécil tiene resistencias contra los vampiros, y yo deseó reinar Nosgoth, así que se imbécil y toda su corte y aliados, son nuestros enemigos.
--¿Qué eres tú de mí?—le pregunté con voz ronca
--¿Qué se le va a hacer a aquel cántaro que a pesar de gran capacidad para llevar el agua de pozo a la boca de aquellos que la desean, sus agujeros desgastan las energías y deseos de los sedientos que añoran beber su agua? Así tu. Yo soy tu creador, yo traje tu alma devuelta a tu cadáver, te di de mi sangre para completarte.
--¿Y por qué no nos otorgas más conocimiento acerca de esto? ¿Por qué no nos dices más de nosotros mismos?—quise saber
--Un vampiro es fuerte, inmortal para los humanos, no para la naturaleza. De todo lo que carecen los humanos, nosotros lo tenemos y con gran potencial. Hemos desafiado la muerte. No diré más.
--Sólo necesito salir, conocerme…
--No, sé que vas por la joven Noelia. Ya hablé, y debiste haber entendido.
Se retiró, o más se disipó, ni siquiera vi su sombra.
“Kain detesta los humanos”, o no quería acercárseles, no lo entendía bien, pero  a ella la deseaba. Necesitaba verla de una vez. Ya era tarde, tal vez se encontraba con el sastre. “Exagero”, solo había pasado dos días, pero tenía que verla. Sabía que podía hacerlo de noche, no pensaba arriesgarme al sol, sin embargo, si esa fuese la única opción de verla, lo haría.
Fui a la reja de la vez pasada, no la habían reparado desde que Kain la abrió. Flexioné mis rodillas y me impulsé, como aquella vez, para sobre volar el lago y llegar al otro lado. Tuve que cuidar mis pasos, había agua por todas partes. No recordaba el camino que usamos para penetrar a la ciudadela de los humanos. Miré a todas partes, lo único que me era más fiable, era una rocosa pared. Toqué sin querer esa pared, luego intenté escalarla, y terriblemente pude hacerlo. No me resbalé en ningún momento; Kain no podía tener razón, no somos muertos vivos. De verdad me helaba la sangre la oportunidad de verme escalando una pared desde el puente que divisaba: “¿qué es eso? ¿Un hombre o un qué? Sí, parece un hombre. Es un hombre que escala una pared, es un hombre lagarto, se desplaza como un lagarto”, me dije a mí mismo.
Estaba concentrado con la pared, pero de la nada, a la velocidad de un parpadeo, vi en la pared el horrible rostro de Lord Kain. Eso provocó que soltara un grito, además de una tremenda caída. Pensé en muchas cosas: un hueso roto o mi verdadera muerte. Me puse de pie como si nada, nada me dolía y estaba todo en su lugar. “Increíble”. No había ni un guardia, como la vez anterior. Parecía que se me facilitaba el camino para verla.
El olor pestilente de aquella noche seguía igual, las putas de esa taberna entretenían a los guardias y a otras putas.
--¿Qué no tienes que vigilar la entrada?—conversaba una puta con un cliente
--Si, si, cualquiera puede hacerlo, hasta tu, cariño mío—respondió vacilante el guardia
Sí, estaba ebrio. Esta zona de Nosgoth valía mierda para ese “imbécil” del rey Randall.
Seguí el camino empedrado, y sí, estaba esa plazoleta, la fuente en medio y la casa de puerta roja de la casa del sastre. Esperé encontrarla como aquella vez, presurosa y bella. La única luz era la luna, olvidé traer una vela. Mientras aguardaba verla, unas pisadas me obligaron a voltear, era una mujer con una canasta. No era una puta, vigilaba sus pasos, como si alguien estuviese siguiéndola.
--¡Qué hace aquí tan noche, joven, retírese a su casa, la misma noche se lleva todo lo que ve a su paso!—dijo jadeante
--Descuide, yo espero a alguien
--¿Esperar? ¿Y a quién? Nadie sale desde que esas cosas se llevan a los nuestros.
--¿Cosas? No le entiendo señora.—le respondí fingiendo miedo
--Sí, joven, unas criaturas. Tienen forma humana, pero unos colmillos como los lobos del bosque, beben nuestra sangre y disfrutan haciéndolo. Vienen cuando desean, ¿y dígame, quién les hace el frente? A su majestad no le interesa esta zona, y la reina la acusan de adulterio. Decían que su antigua majestad, el rey Ottmar tenía todo bien controlado, pero el mal de su niña le privó de sus deberes como rey.—dijo cabizbaja y con una mano en su corazón.
--No conozco la historia. Insisto, yo espero a alguien. Sean quienes sean esas criaturas, yo no les temo. —le respondí con la voz un poco más alta
La señora me estudiaba muy bien del rostro, tal vez advirtió el brillo en mis ojos, un brillo “vampírico”, según Lord, Lord Kain. Yo esquivé su mirada, pero ella insistía.
--¿Usted es uno de ellos?—preguntó con voz queda, más bien con temor
No le respondí. La señora se persignó.
--¿Viene por alguien, verdad? Por eso aguarda el momento…
Iba a responderle, empero, se calló de golpe. La miré, y ella estaba ya tendida en el suelo. La revisé con cuidado, pues en momentos así, la sincronía lo es todo. Sentí algo de miedo: tenía un tubo de metal clavado detrás del cuello. El olor a sangre emanaba rápidamente, aún así no me tentó a beber, ¿o sí? Me incliné a lamber la sangre de su cuello…  
--No debes hablar con humanos, jovencito.
Me volví, era Zephon con su tono altivo e irritante. Me aterró no advertir su presencia antes.
--¿Qué quieres?—le pregunté a secas
--Sólo estoy paseando. La ocasión anterior quise dar un rodeo, pero Lord Kain siempre lleva prisa. —Apoyó su rodilla en la espalda de la mujer, y le sacó el tubo de metal. Luego succionó la sangre de la mujer—Por lo que escuché, hay más como nosotros. Deberíamos conocerlos, no sé, saber de ellos. ¿Qué tal si saben más que el tal Kain?—Se lambió los labios
--No debiste matarla, no tiene sentido. Simplemente se desecha lo inservible. —agregué lambiendo mis labios, luego succioné más sangre.
--Tú tienes el alma blanda, te aseguró que llevarías a esta mujer a su casa. —dijo mientras le abría con su uña una vena del brazo a la mujer, luego bebió como bestia.
--No me conoces ni yo te conozco. ¿Qué haremos con ella?—me acerqué y tomé el otro brazo, hice lo mismo que Zephon.
--No sé. Déjala aquí, ya mañana sabrán ellos. —dijo haciendo balance entre su boca y la sangre.
--Presiento que tus acciones serán nuestra desgracia. —le respondí mientras pasaba sangre por mi garganta.
--Piensa lo que quieras. No me conoces.
--Ve con tus putas. —le di un empujón
Me miró con tono burlesco, pero combinado con el orgullo. ¡Qué horrible se veía con la sangre escurriéndole de los labios! Se rascó la nariz.
--¿No es más puta a quien buscas?—dijo frunciendo el entrecejo. El aliento ferroso entraba a mi nariz—Esa chica no te corresponderá. Eres más… ¿Cómo decirlo?—succionó más sangre de una pecho de la mujer.--Sí, no accedes tan rápido, tú quieres descubrir, luego entender, enamorarte, arder de pasión y por último consumar.
Soltó una risotada, los dientes rojizos y viscosos, y esas arrugas en su mentón porque inclino ligeramente hacia atrás su cabeza, lo hacían ser el momento más irritante que había tenido. Una gotita de sangre saltó a mis labios. Deseaba producirle mucho, mucho dolor. No obstante, unas voces delicadas, de mujer, se aproximaban, el eco las traía, además de una vela encendida. Nos miramos. Luego le indiqué a Zephon un callejón oscuro, no muy lejos de la fuente, supuse que ahí se reunirían las mujeres.
Entró primero la mujer que buscaba, Noelia, le siguió otra encapuchada, de tela roja, por cierto. ¡Qué negra era su cabellera, y que azul su vestido de mi Noelia! Quise salir y tocarla, pero mi reputación me obligaba a quedarme en la oscuridad.
--¿Y entonces siempre si la van a…?—preguntó Noelia
--Sí. Y no sólo por eso, creo que también la acusan de incesto. Algunos afirman que esa es la razón de su embarazo. —respondió la otra mujer
Ambas se sentaron en la fuente.
--Su majestad exagera. Bueno, de este lado llegan rumores de su adulterio y su encanto por las…las…
--¿Putas?—dejo salir una risilla la otra dama
--¡Ah, es que no me gusta decir esas palabras!
--¡Ay, Noelia, amiga mía, que no te pasara nada si las dices! El contexto lo define.
--Estoy más tranquila entonces. —Ambas rieron.
¡Qué belleza, dos mujeres riendo! “Bueno, me atrevo a decir: ¡Que placentero escucharlas!”
--¿Piensas ir mañana? Es en la plaza central de Willendorf. Está lejos de aquí. —dijo la otra mujer, quien se descubrió la cabeza. Una cabellera roja es lo que pude ver. —Si vas, yo paso por ti, en un carruaje para que no te desgaste ni te expongas en el camino. Últimamente se cuenta del incremento de vándalos en ese trayecto.
--Sé que me convencerás, lo harás, siempre lo haces. —respondió Noelia entre risas
La mujeres seguían, no, las damas seguían hablando. Tan ensimismado me encontraba, cuando me volvía hacia Zephon: se revolcaba de un espasmo en la tierra.
--¿Qué tienes?—exigí saber
--No sé… ¡ayúdame, ayúdame!—dijo agonizante, pues sus manos tiraban de mi camisón.
Escupió un líquido de su boca, era negro, tremendamente negro. ¿Qué haría en una situación así? La verdad no deseaba terminar el momento así. Debía verla...Un airecillo parlante nos cubrió. Las mujeres se asustaron, me alarmé, tal vez nos vieron.
Un terrible pánico me estrujaba el cuerpo. Tenía las manos sobre a cabeza.
--¡Enciéndela Noelia, enciéndela!—exigía la otra dama
--Ya voy… ¡Por Dios!—respondió Noelia presurosa
Estaban buscando algo debajo de la fuente. Casi se llevaban entre sus manos la tierra.
--¡Dios mío! Es mejor irnos. Esas criaturas aprovechan mejor estos infortunios—suplicaba la otra mujer.
Detrás de notros percibí algo: me volvía débil, o tonto, o traidor, no sé, era escalofriante; de verdad escalofriante. Me aferraba a no descubrir qué era o quién era. Podría tratarse de riesgo fatal, podría, podría.
--La precipitación siempre conlleva a desgracias, ¿verdad?
Sin voltear, sabía que era la voz de Lord Kain. Sentí una presión descomunal, como si pausadamente me hubiese empequeñecido, hasta quedar del tamaño de un grano de tierra.
--Señor…--dije con voz débil
--Mi lord—recalcó
--Mi lord, le juró que no deseaba…
--Sí, nunca desean, nunca lanzan prejuicios ni mucho menos juicios. Nunca yerran. —Dijo molesto.--¡Tontos, ineptos! ¡Lleva a tu hermano al Santuario, es una órden!
No podía irme así como así, necesitaba decirle algo. ¿Cómo, debía atender a Lord Kain o a mi sirena? ¡Qué dilema! Opté por lo primero, al fin de cuentas, mañana iría a buscarla a Willendorf…
Lord Kain me aguardaba más adelante. Me dijo que tocará su hombro, y de pronto, nos encontrábamos en el Santuario. ¿Qué era aquello? Ni siquiera sentí algo o un indicio de que cambiaría de lugar. Estábamos en la entrada de la sala principal. Kain, perdón, Lord Kain caminó hasta su trono. Los demás permanecían de pie, alrededor de la plataforma circular, sobre la cual, yacía el trono.
--¡Deja a Zephon ahí!—ordenó Lord Kain
Busqué un lugar entre ese círculo. Raziel me dirigió una mirada altiva, respondiendo lo que le había dicho anteriormente.
--¡Vaya, qué necedad mía el no pensar en esto! Meterse con individuos es peor que estar agonizando. ¡Escucharon lo que acabo de enunciar! Mírense, según ustedes son unos expertos en esto, ¿verdad? Ya saben todo lo que se da cuando se comienza. Las torpezas que se dan cuando uno comienza. Tengo miedo de aceptar que perdí el tiempo creándolos. Es miedo y enfado. —Decía Lord Kain. Apoyó sus antebrazos sobre las coderas de su trono. —Perder tiempo es tan valioso como vivir. —Me señaló—Su hermano, sí, son hermanos porque los creó un mismo progenitor; su hermano Rahab, junto con Zephon, también su hermano, violaron mi regla principal: no desobedecerme, y la otra regla: no acercarse a los humanos. Creo que no me expresé con claridad. Tal vez soy muy complejo para construir un enunciado, o habló con rapidez, no sé qué es lo difícil: si entenderme o entenderlos. —Llevó su garra a la frente, y soltó un aire de cansancio. —Nunca se bebe sangre de un muerto, nunca, nunca, nunca, nunca. Hay que tener cuidado. Por eso Zephon yace inerte. Pronto sentirás lo mismo, Rahab.
En efecto, un terrible vértigo me presionó al suelo, todo el cuerpo me ardía, como si la misma piel fuese arrancada de mis huesos.
--Bueno, he lo ahí. —Vi que se acercaba hacia mí. —Esto se gana por desobediencia, estupidez y precipitación.
Pausadamente la vista se me nublaba…Lo único que miraba era la cara esquelética y paralizada de Zephon…

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