El primogénito
Capítulo I
¿Era la primera vez que
despertaba?
D
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esde que
desperté no he dejado de meditar sobre qué me ha pasado o por qué me ha pasado,
¿cuántas veces al día hago esto? Me parece
terriblemente atractivo meditar esto. Imagino que soy tan pequeño y que el
universo es realmente extraordinario,
luego me aterra la idea de que ese hoyo color negro o color blanco, en
ocasiones, y que siempre aparece cuando medito esta cuestión, se posa sobre mí.
Lo miro: no puedo alcanzarlo, sé que al otro lado hay todo lo que quiero saber.
Todo termina, pero al cabo de un rato, necesito sentir lo terrible del
hoyo y lo extraordinario del universo.
Sin embargo, me doy cuenta de que mi aspecto es el por qué de esto. Sí, me parece que hace unos siglos
desperté, no soy bueno para las fechas, bueno a decir verdad, siento que me
falta saber más sobre mí mismo, presiento que algo horrible se me viene, y que
eso sea la respuesta a muchas, muchas de
mis dudas…Disculpa, de nuevo entré en ese círculo…Te decía que hace unos siglos, no sé por
qué ni para qué, pero me sentía distinto.
La verdad sentí miedo de mí mismo, había algo malo, como si tuviera otros
propósitos. De hecho, pensé que cuando abrí los ojos los techos de aquel lugar
me temían. ¡Oh, el dolor que sentí cuando abrí los ojos! Todo mi cuerpo se
dilataba, las venas y mis carnes. Creo que iba a explotar, pues estiré mis pies
y las manos y abrí la boca hasta sentir dolor en las comisuras. Quise cerrar
los ojos, empero, era tal el dolor, o el sufrimiento, o la maldición, para
ennegrecer la escena, “era insoportable, me da escalofrío volver a recordarlo”;
pero los abrí, casi sacando de su órbita los ojos. Luego el pecho se me alzaba,
tal vez algo iría a salir, o a estallar…No sé cuánto tiempo paso, ya había
acabado. Respiré, pues a pesar de tanta energía gastada, “no era un desgaste,
me equivoqué, ni un descanso, sino más bien, era un momento para salir de ahí y
comenzar”. Mi vista se tornó más clara; “es que ahora se me viene a la cabeza
que yo era otro, que viví de otra manera”…Como te decía, mi vista era más
clara, me tranquilizó por un momento la arquitectura del lugar, una combinación
arabesca y gótica. Bajé la vista: un camisón blanco me cubría hasta un poco más
arriba de los tobillos. Estaba descalzo. Al menos eso era normal. De inmediato
me toqué la cara, también normal, empero, alejé mis manos para verlas y tuve un
golpe frío: unas enormes uñas, no sucias, “al menos”, eran transparentes y
afiladas. Las venas en mis manos se marcaban mucho. Grité tanto que tuve que
cubrirme los oídos, ¿era un grito horrendo?, no, la voz no se me había deformado,
sino que era más fuerte. Se contuvo unos segundos en las paredes a la vez que
sonaba con un ligero eco. Me quedé perplejo ¿Qué estaba pasando? ¿Y cómo era
posible que yo hiciera eso? ¿Por qué lo hacía? ¿Qué era entonces? Busqué mis
piernas, eran normales. Luego toque mi cabello, también era normal, había
crecido. “¿Había crecido? Eso sí no se me había ocurrido”.
Me
enderecé tan rápido que no me di cuenta
sobre que dormía.
Era
impresionante aquel lugar. Me quedé en silencio por un buen rato, ya no me
hacía preguntas. Miraba el espacio sin decir ni pensar nada sobre el. No sé
cuánto tiempo me quedé así, pero se me vino a la cabeza de qué habría pasado
allá afuera. ¿La gente sería como yo? ¿Cómo
era mi cara? Necesitaba saberlo…por cierto, mis brazos también eran normales. Pensé en desnudarme y
ver si todo lo demás era aceptable. Entonces decidí ponerme de pie y para mi
sorpresa, o mejor dicho, otro golpe terrorífico: estaba dentro de una tumba.
Quise saltar, pero caí. La tapa de piedra yacía en el suelo. ¿Quién pudo
abrirla si se veía que pesaba demasiado? ¿Y para qué…? No, eso no fue lo que me
heló la sangre: había sobre esa tumba un nombre grabado en la piedra. Supuse
que era mi nombre, pues yo desperté ahí… ¿Y si alguien me echó dentro? Quise
llorar. Toda la imagen me absorbió por completo. ¿Qué era eso? ¿Mi tumba…? ¿Y
cuándo…? ¿Cómo fue…? ¿Por qué maldita
sea no sabía nada de nada o de eso? Temblaba de miedo. Comencé a rozar mis dientes
y a presionar mis palmas, si, sangré, no me fije que ya también presionaba las
uñas sobre mis palmas…eso era normal. No obstante, sentí sangre en mi lengua.
Era tan fresca como si todo aquello de pronto desapareciera junto con las
malditas preguntas, fue delicioso. ¿Está era la sensación a sed? De pronto,
cuando rocé mi lengua con los dientes superiores, me di cuenta de que algo en
mi boca era diferente. Introduje el dedo índice a boca para sentir los dientes.
Había algo tremendamente filudo. Volví a gritar más fuerte que la vez anterior--“¿Qué
es esto? ¿Qué es esto?”--Necesitaba saber cómo era todo lo demás de mi cuerpo,
pero también necesitaba matar esa maldita sed que se agudizó cuando salí de la
tumba.
¿Y qué
llevaba puesto? ¡Ah, sí! Un enorme camisón blanco, bueno, grisáceo, estaba
sucio. Decidí salir por atrás…Sin embargo, advertí que mi tumba no era la
única. Había otras cinco colocadas en forma circular, la mía era el centro.
¿Por qué o quién…? No quise saber eso. ¿Conocía los otros nombres? No lo sé, no
lo sé--¡Por Dios, no sé qué soy ni quién soy! ¡Qué pasa conmigo, tampoco sé
quiénes son! ¿Qué son? ¿Serán cómo yo?—me hablaba en voz alta. La sed se intensificó,
no obstante, me entró la curiosidad de indagar en aquellas tumbas, ¿qué tal si
también eran como yo? ¿Y qué tal si también estaban confundidos?
Me acerqué a una de ellas, la del nombre
“Turel”. Con todas mis fuerzas empujé la
tapa de piedra, era muy pesada, me debilité de inmediato; necesitaba matar
esta sed, acabar con ella. Entonces me dirigí a la parte de atrás, pero no
había nada, sólo más muros. Regresé a las tumbas, caminé hasta alejarme, sin
embargo, algo me hizo que volteará: quién sabe si volvería a esas tumbas.
Más
adelante topé con unos barrotes metálicos,
uno de ellos estaba roto y el espacio no era tan estrecho para salir o entrar. Caminé
como si me sintiera desnudo; me sorprendió la frialdad del suelo. El lugar era
montañoso, parece que todo eso se edificó sobre montes, ¿hace cuánto? Cerca de
ahí, encontré un charco de agua. Corrí, me incliné para beber agua, empero, antes
vi mi rostro: era normal, no obstante, mi piel era demasiado pálida. Los ojos
me brillaban mucho, eran de color miel, “el color me sigue siendo agradable”.
No tenía miedo de mi rostro al principio…Sin embargo, era como si alguien me
observase dentro del charco. De tanto mirarlo lo sentí ajeno. Sonreí para
aminorar el miedo, y fue peor: me percaté de cuatro enormes caninos, dos arriba
y dos abajo; la sonrisa era terrible. Me eché para atrás varias veces, hasta
que creí dominar ese miedo. Ignoré el rostro, abrí la boca y aparecieron esos
caninos, ¿por qué los tenía? ¿Qué iría hacer con ellos?
Tomé agua,
la sed era malvada, pero fue tan desagradable beberla, no sé si fue el sabor o
estaba sucia. Luego sentí un terrible ardor por todo mi cuello. Tosí varias
veces, ¡qué irritante!, deseé sentir de nuevo el dolor cuando desperté…
Sabía que
si no calmaba aquella sed, sería lo último que sentiría. No obstante, decidí
revisar el resto de mi cuerpo antes de matar esa sed. Me desnudé, todo era
normal, mi sexo era normal. Tenía sed, más no hambre, ¿por qué? Vestí de nuevo
el camisón y me dirigía hacia la izquierda, esperaba encontrar la salida.
Cuando doblé a la derecha, un escalofrío me partió la espalda, eso me enchinó
la piel. Sabía que si miraba detrás de mí, encontraría algo o a alguien. Me
quedé un rato así. Era aterrador no saber lo que era o quién era. Sentí una presencia
increíble, pero no decía nada, ¿y si era una bestia?, habría escuchado un
gruñido. ¿Qué tal si era un fantasma? No, lo que sentía era mucho, mucho peor.
¿Y si era alguno de los de la tumba? Si, podría ser uno de ellos. Me volteé
despacio.--¡Ay, por el amor de Dios!—exclamé. Había un hombre alto, de piel
grisácea y verde, un poco agrietada. También le brillaban los ojos, no
obstante, su fisonomía era algo monstruosa: las sienes se le salían de la piel,
no mucho, casi que le formaban una especie de corona alrededor de la frente, y
terminaban en forma de punta. El cabello blancuzco y largo estaba detrás de esa
corona. Lo repasé una y otra vez,
buscaba el principio y el fin de esas hendiduras en su piel. Y me congelé al
verle unas tremendas garras como manos, unas garras rojas, o rojas oscuras, no
sé…pero tenía un gran dominio sobre mí. “¡Qué mirada tan diabólica! Como si
realmente se hubiese manifestado algo que temía en ese momento. Aún la tiene.”
Cruzó los
brazos y respiró lentamente.
--Entonces
tú eres mi primogénito—dijo con una voz suave y grave
No le
contesté nada, seguía mudo. Él seguía también sin moverse, parecía que lo único
vivo eran sus labios.
--¿Quién
es usted? Bueno, no sé que preguntar—le contesté tartamudeando
--Sí, es
difícil entender esto. Lo peor es aceptarlo, sólo al principio. ¿Quién eres tú?
Me paralicé, de inmediato hice un repaso de mi
nombre…pero no lo recordaba, me sentí como un idiota. Miraba a todas partes,
nada.
--Sí
¿Quién eres tú? ¿Qué eres tú? ¿Qué eras tú? Todos dicen que se preguntan eso
cuando despiertan. En mi caso fue algo diferente. Sabía quién era y que había
sido, pero lo que no sabía era por qué él me despertó. Claro que me lo reveló,
o más bien lo descubrí.
Se quedó
pensativo por un rato, como si supiera la verdad de algo y no lo había
confesado.
--Sé quién
eres tú, qué eras tú y qué eres ahora. Veo que te aterroriza lo que te digo.
--¿Usted
me…?-le pregunté –Sí, ¿usted fue quien
me…? Es que no sé cómo decírselo.
--¡Ah!, no,
no fui yo muchacho, ya estabas en esa tumba.
Eso me
tensó las carnes como cuando se hace un nudo bien hecho con las sogas para
asegurar una carga en un carruaje. Él no fue, ¿entonces hace cuánto tiempo
pasó?
--En vida
eras un gran guerrero, sabías, o creo que sabes, manejar muy bien la espada…Te
elegí…
--¿Me
eligió?--irrumpí
--¡Hm!
Bueno, antes eras distinto. Sí, sí, tuviste una vida como yo. Sí, fui humano,
como tú. Humano es carne, huesos, errores dos veces, la muerte es sublime y el
por qué es la pregunta a todo. ¡Oh, perdón! Me adelanté.
Me quedé
boquiabierto. Si yo no era humano, entonces él tampoco. ¿Cómo que fui humano?
¿Y entonces qué soy ahora? “Ahora soy
esto”.
--Esto es
confuso, ¿entonces nunca había sido así? Era humano, y era un guerrero…
--Así es.
Lo que eres ahora es superior a un humano, por mucho. Sí, los humanos no son
las únicas criaturas: hay dimensiones que ellos no conocen, ni conocerán en la
muerte, porque para eso deberán tomar una desviación sin consentimiento. Estás
más confundido. Créeme, el comienzo es atroz, luego lo entenderás.
Continuaba
mudo. Eso fue más aterrador que el hoyo.
Mientras
caminábamos de nuevo hacía los barrotes, me explicaba que los humanos se
alejaban de nosotros, que ya no me era posible convivir con un humano. Los
humanos nunca entenderían esto, a menos que pertenecieran a sectas donde les
abren la mente para familiarizarse con nosotros. “Nosotros” ¿Sectas? Algunos
humanos no llevaban la vida de siempre, es decir, trabajar, vivir y errar, sino
que esos otros humanos se unían a grupos clandestinos, los llamaban herejes.
Por ello, esos humanos podían saber de nosotros.
--¿Por qué
nosotros? ¿Qué acaso los de este lugar no tienen un rosto así ni unas uñas así…?—le
pregunté despacio
--No, no.
Ellos son criaturas bellas pero no debemos confiarnos—respondió sin mirarme.
--¿Bellas?
¿Por qué nosotros las vemos así? ¿Por qué nosotros?--le dije con un tono más
alto, comenzaba a odiar esa tranquilidad en él.
--Nosotros
y ellos. Nosotros somos vampiros. ¿Qué es un vampiro? También es una criatura,
estamos vivos y no lo estamos. Tú mismo te has dado cuenta…Sí, palideces
también. Estas muerto, esto quiere decir que eras humano, porque los humanos
mueren de muchas maneras, me refiero físicas. Ya no necesitas la carne o el
fruto de los árboles, ni el agua de esta tierra, ni preocuparte por tu materia
que enferma de cualquier mal, o pagar la desgracia que le hiciste a otro y que
se cobra hasta con la vida. Y lo más importante: nunca envejeces, nunca te
veras en el cansancio por caminar o por respirar. Serás siempre joven y fuerte.
Has quebrado el camino de la muerte, como la conocen los humanos, nuestra
muerte es otra, por así decirlo. Somos inmortales en esta línea del mundo. ¿Ves
esa reja en lo alto? Su distancia del suelo se encuentra a sólo un paso, puedes
caer una y otra vez…Prefiero que me digas cómo lo enfrentarás.
Muchacho
te he dado un don, el don de la oscuridad. ¿Oscuridad? Es desconocida y
aterradora. Tú estás ahí. Esto apenas lo sabes. —Se volvió a mí—Eres un dios
oscuro, desconocido y aterrador. Eres un vampiro que sólo se alimentará de
sangre humana, el elixir codicioso, porque no serás el único que lo necesite,
los humanos lo necesitan, no lo beben, pero es les aviva su cuerpo. Y tú se lo
quitarás porque lo necesitas. Sí, es difícil, pero cuando entiendas lo extraño y
aborrecible de su proceder, lo
disfrutarás.
¿Qué le
podía responder? Nada. Mis carnes seguían tensas, estaba vivo. “Estoy vivo”.
Viviría de otros, pero esos otros también así lo hacían: comen carne de otros.
¿Era justificable seguir el juego? ¿Pero por qué este hombre me dice esto? ¿Qué
podía pensar si antes tuve una vida humana? Aunque no recordaba nada de
aquello, de pronto se me vino un ligero
escalofrío si alguien bebiera de mi sangre. ¿Y cómo bebería la sangre de los
humanos? ¿Y por qué de los humanos, qué hay de las otras criaturas? Esto comenzaba a enfadarme. Ya no quise creer
lo que decía aquel viejo. ¿Qué tal si yo ya era un vampiro? Empero, insistía
que tuve una vida en el pasado. ¿Y si no?… ¡Pero cómo es que olvide mi nombre!…
¡Acababa de recordar mi nombre! “Mi nombre”. Sí, me gustaba cómo sonaba: era
una combinación entre malhechor y
caballero, o de rey de un lugar perdido y de un
hechicero. “Suena como la antítesis que lo soy ahora”…No obstante, miré
al sujeto otra vez, por un momento me olvidé de él y de sus locuras. Exacto,
locuras eran las que me decía, luego irradiaba de mí un aura roja, claro que no era visible, sino perceptible,
él así me lo hizo saber. No lo miraba a los ojos porque serían más notable mi
furia…no, no, no furia, más bien impotencia de que él sabía todo y yo no, de
que esto era la maldita realidad y yo estaba perdido, de que tal vez fuera todo
una mentira y yo la realidad. Eso me enfureció. Me dejé ir sobre el viejo, lo azoté contra la pared
como si de verdad se quedase ahí incrustado. ¡Que me importaban sus garras! Se
asustó, pero no de la manera que esperaba, yacía algo tranquilo. Sentí que al
fruncir mi entrecejo realmente me asemejaba
a una bestia, él se sorprendió un poco, o más bien se regocijo.
--No
entiendes, la verdad es esta y no quieres entenderla—respondió a secas
--¡Cuál
verdad! ¡Acaso me toma por un idiota! Tal vez lo parezca porque ni siquiera sé
si lo que dice es verdad, y porque no recordaba mi nombre, ahora lo sé, y me
tiene orgulloso, a quien se le haya ocurrido ese nombre, bendito sea… ¡Eso es
verdad! ¡Mi nombre es verdad! ¡¿Usted es real?!—le exigí una respuesta
Se quedó
en silencio. Sus ojos centelleaban en los míos. Luego sonrió, fue escalofriante.
Retiró mis manos de su cuello, “mis garras”. Se pasó la mano por su cabellera
blanca.
--Ese
carácter es perfecto para lo que sigue…Es verdad lo que digo. —Alzó la
voz.--¡Mírame! ¡Mírame, soy igual que tú! Tengo garras, bueno eso será con el
tiempo, colmillos, ojos brillantes, y todavía no encuentro respuesta a lo que
se me ha encomendado. —Se calló de golpe, era como si no quisiera que supiera
algo de él—Sé cómo te llamas, y tú ahora lo sabes. Entonces debemos pasar a
otra parte. Esto es prodigioso, nada se compara. Serás tan libre y poderoso
como no tienes idea. Sin embargo, falta algo para que seas así.
Mordió su
muñeca, la sangre escurría igual a las lágrimas que las frenan para no mostrar sensibilidad. De
pronto me sentí atraído terriblemente hacía su sangre, era como si fuera la
respuesta a todo lo que buscaba. Sentí tanto placer, no había nada más que me
excitara, nada que me distrajera. Si los otros llegasen a despertar, no me
importaría en lo absoluto, ni siquiera si alguno de ellos conociese mi pasado.
Era la sangre tan roja y deliciosa para
pedir más. Me acerqué lerdo, disfrutaba mirarla. Sí, me acerqué a su
muñeca, “sangre deliciosa, deliciosa”. Succioné
hasta sentir su piel dentro de mi boca, tenía la boca llena. Escuchaba
de improvisto el latir de mi corazón, todo lo demás era mudo. “No recuerdo si lo
mordí un poco”. Lambí su piel también, era parte de la sangre que corría como
las manos de una mujer por todas mis carnes, “si, la deje que se fuera a donde
quisiera, me seducía”. Luego, el viejo intentó arrebatarme su muñeca, pero la
apreté más. Forcejeamos un momento, hasta que me tiró al suelo de un solo golpe
para zafarme de su muñeca. Lo miré con
ira, empero, algo excitado. “Creo que jadeaba”.
--El toque
final…--dijo cansado—No puedes beber hasta la muerte, te arrepentirás de
hacerlo. Cuando dejes de escuchar el corazón detente de inmediato. —Hizo una
pausa—Ya no estás sediento, ahora puedes entender todo lo que te he dicho.
--¿Por qué
era deliciosa? ¿Entonces me alimentaré de usted?—le pregunté aún jadeando
--No, lo
entenderás más adelante…Las otras criaturas sólo te saciaran, más no te
otorgaran privilegios. La sangre humana es muy atractiva. Sus voces, sus
cuellos, sus perfumes, sus ojos y sus senos, en el caso de las mujeres, te
harán enloquecer, necesitarás su sangre y será terriblemente seductor cuando
ellos te hieran.
Me levanté
del suelo. Respiré profundo, el sabor ferroso de la sangre era intenso, no repugnante, intenso, como si
una copiosa lluvia me hubiese aplastado y luego recuperase fuerzas poco a poco.
Estaba aturdido por la sangre. Me repitió lo que había dicho. ¿Qué perfumes?
¿Su aroma o las que fabrican? No lo sé. ¿Y entonces qué haría si enloquezco al
entrar en una habitación repleta de humanos? ¿Bebería hasta estallar? ¿Es un
reto para contener esta intensidad? Debía entrar en una habitación repleta de
humanos para ponerme a prueba.
¿Los otros
también disfrutarían esta oportunidad? Por el momento no le pregunté, me dijo
que me llevaría al “Santuario”, todavía
no terminaba de responder a mis preguntas.
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